13 Dic La industria auxiliar del automóvil acelera su diversificación ante el incierto futuro de Ford
Las empresas valencianas del sector intensifican su penetración en otras actividades y se abren a más mercados para reducir su dependencia de la producción de coches, que está en plena convulsión por los cambios en la movilidad
«Hay mucha preocupación con la factoría de Ford. Hace poco fui al polígono [Juan Carlos I, donde está la planta y una parte sustancial de la industria auxiliar] y me encontré con calles desiertas. No sabemos qué sucederá en el futuro. Algunas empresas han empezado a despedir gente, principalmente aquellas que no han sabido o no han podido diversificar a tiempo». Quien expresa su «inquietud» por el devenir del buque insignia del automóvil valenciano es Alberto Llopis, propietario de Mipesa, una compañía de L’Alcúdia con una facturación de catorce millones y 120 trabajadores en plantilla.
Clientela
Esta empresa fabrica «lo que nuestros clientes necesitan, desde una pieza para una máquina hasta una máquina completa, todo en metal y plásticos técnicos». La compañía no se encuentra en la delicada situación de otras firmas del sector porque hace cuatro años inició su diversificación para no depender exclusivamente del automóvil, una opción que es más complicada para aquellas mercantiles que producen directamente para Ford, por ejemplo asientos. No es el caso de Mipesa, que sí trabaja para proveedores de la multinacional. Además, en estos últimos años «hemos dado importancia a contratar con clientes de otros sectores, desde la maquinaria para la alimentación o la agricultura a material médico», afirma Llopis.
Tras ampliar la clientela, la compañía está ahora planificando dar el salto al exterior el año que viene. La idea inicial se circunscribe a vender en el extranjero, lo que elude, al menos de momento, la implantación física. Alberto Llopis explica que el primer paso lo ha dado en Brasil y el objetivo siguiente es «abrirnos al norte de África y al resto de Europa».
Las empresas auxiliares del automóvil valencianas están acelerando la diversificación de su negocio en vista de los nubarrones que se ciernen sobre el sector y, más concretamente, sobre la firma que ejerce de locomotora en la autonomía, la factoría de Ford en Almussafes. La planta encadena, desde el estallido de la pandemia del coronavirus, expedientes de empleo temporales y definitivos para hacer frente a la inicial caída de la demanda y, ahora, a la crisis de los microchips, que está frenando su producción. Pero estos son problemas de carácter pasajero, en un principio, porque la clave es el cambio que está viviendo el sector hacia una nueva movilidad, dominada por el coche eléctrico. Aquí, Almussafes se juega su futuro, porque compite con la planta alemana de Saarlouis por recibir los futuros modelos de este tipo de vehículo a fabricar en Europa. Quien salga perdedor tendrá ante sí un panorama muy crudo.
Primeros pasos
Fuentes de la Asociación Valenciana de la Industria de la Automoción (AVIA), el cluster que integra a 116 empresas (12.200 millones de facturación y 24.300 empleados), aseguran a este diario que los empresarios de esta actividad empezaron a variar el rumbo en 2008, cuando la Gran Recesión provocó los primeros recortes laborales y de producción en Ford. Entonces vieron que no era conveniente poner todos los huevos en la misma cesta y dieron los primeros pasos en una diversificación de mercados y productos que se ha intensificado en los últimos tiempos.
Por una parte, diversas empresas de esta actividad han puesto su mira en el exterior para no vender exclusivamente en el mercado español. El centro de Europa y el norte de África son las zonas de expansión prioritarias. Un claro ejemplo de ello es Tecnicartón, que tiene una planta en Tánger (Marruecos). Otros casos son el grupo Segura o Industrias Alegre, con presencia en el continente europeo. O la ingeniería Itera, que tiene oficina en India.
Asimismo, las mercantiles, en los últimos años, han ampliado su número de clientes en el automóvil, es decir, no solo fabrican para Ford o proveedores directos de esta multinacional, sino que lo hacen también para otros productores como Stellantis, Renault o Mercedes. La diversificación ha tomado una calado incluso mayor en lo que respecta al producto y el tipo de cliente.
La denominada industria auxiliar ha abierto su negocio a otros sectores. Hay firmas, aseguran en AVIA, cuya facturación ha pasado de depender un 80 % del automóvil a solo un 10 %. Las actividades en las que han puesto sus miras son diversas. Una de ellas es la industria de los electrodomésticos. Pero también el ferrocarril, donde la fábrica de Stadler en Albuixech ejercer claramente como tractora. Hay firmas que trabajan también para el subsector de la maquinaria o que producen para el sector biomédico o que fabrican material para calderas. Una empresa que hace muelles y ballestas para camiones ha desarrollado un material que no pesa y lo fabrica para bicicletas. Industrias Alegre está invirtiendo en impresión 3 D.
En consonancia, desde AVIA afirman que las empresas están buscando talento cualificado, porque son firmas muy tecnificadas. El problema es encontrar ingenieros o matriceros. «No hay», dicen en la asociación.
El hecho de que Valencia tenga opciones cada vez más serias de albergar la gigafactoría de baterías para el coche eléctrico es un aldabonazo para el sector. Si se consuma, el futuro de Ford estaría más despejado. En cualquier caso, desde AVIA aseguran que, «pase lo que pase», los cambios en el sector con la nueva movilidad son imparables. Las empresas llevan ya tiempo preparándose. La dinámica no tiene vuelta atrás.